Es tiempo de bodas y comuniones. Los salones de belleza tenían que estar llenos. Pero esos sábados frenéticos, sin espacios en la agenda, son prácticamente un recuerdo en los salones de estética y peluquería.

A una reducción de la clientela, y la normalización del háztelo tú mismo generado por la pandemia, se une el incremento de costes. La electricidad es el principal. Todos sus aparatos están unidos a un enchufe. Y los costes se han duplicado. También han subido los productos con los que dar una nueva imagen a quien acude a sus establecimientos.

Un cambio de mentalidad y de uso de peluquerías, barberías y centros de belleza y un contexto nada favorable que obliga a reorganizar el trabajo y hacer cuentas. El 20% de los negocios de estética y peluquería, generalmente impulsado por mujeres autónomas, han bajado la persiana de manera definitiva en este periodo porque «las cuentas no salen».

Floristerías, funerarias y eventos culturales recuperaron su IVA reducido. Las peluquerías, centros de estética y barberías fueron las grandes perjudicadas. No se ha movido su carga fiscal cuando ni siquiera están grabando un producto, es un servicio. Exigen el mismo trato porque, también, son esenciales.

Es un servicio esencial porque se atiende gente con tratamientos oncológicos muy duros, personas dependientes, personas que no pueden levantar la mano para peinarse y lo necesitan porque verte bien, bonita o guapo en el espejo te anima el día y esa es la razón por la que en pandemia abrieron de los primeros e incluso en lo más duro del confinamiento se podía visitar a algunos clientes.

El sector cuenta con profesionales de dilatada experiencia. La media de edad de los titulares de los negocios es de 47 años con 24 años de experiencia a sus espaldas de media. Titulares en edades complicadas para buscar un nuevo destino laboral y empleados jóvenes y mujeres, dos colectivos que engordan las listas de paro. Pero no perciben ayuda ninguna. Ni antes, ni durante, ni después de la pandemia que ha supuesto un punto de inflexión para estos negocios.

Los datos reflejan esa asfixia del sector de la imagen personal. Uno de cada tres salones ha pasado a prestar servicio sólo el dueño. Quien aún mantiene empleados es uno o dos. La facturación volvió a bajar en 2024 un 10%. Se calcula que desde 2019, año a año, han perdido un 80% de ingresos. Los gastos energéticos se han disparado, los productos han subido precios como el IPC, más el peso del gasto fiscal y más exigencias en forma de normativas sobre prevención de riesgos, protección de datos, situaciones de acoso que conllevan cursos que también tienen un coste. Así que a muchos las cuentas no les salen. La bajada de la carga fiscal sería un pequeño alivio porque apenas se suben tarifas, no se puede aplicar el incremento de costes brutal que arrastran, al precio del servicio porque los clientes no lo podrían asumir.

Desde nuestra empresa UN SOLO USO SL, especialistas en productos desechables para peluquerías, estéticas, clínicas etc., (toallas desechables, aluminio, capas de tinte, ceras, sabanas desechables….) estamos comprometidos con el sector, e intentamos mantener los precios lo mas ajustados y estables posible, para conseguir que con nuestro servicio y vuestro bien hacer, se consiga que el sector pueda remontar.