La belleza es un concepto, una cualidad presente en una cosa, objeto o persona que produce un placer intenso a la mente, y proviene de manifestaciones sensoriales. Podría definirse como el esplendor de la forma a través de la materia.
la belleza se encuentra en la mente de quien la aprecia, se refiere al conjunto de valores, referentes y expectativas. Expresado de otra manera, la belleza es una de las cualidades de personas, objetos, lugares, ideas, es un complejo de experiencia perceptuales complejas que proporcionan placer y significado. La experiencia subjetiva de belleza a menudo implica la interpretación de alguna entidad o hecho en equilibrio y armonía con la naturaleza. Esto conduce a los poderosos sentimientos de atracción y bienestar emocional.
En la antigüedad clásica ya se encuentran datos más plausibles acerca de la belleza, además de un buen número de estudios y reflexiones. La belleza constituía una cualidad que hacía que algo se mostrase relevante, grato, edificante. A esta cualidad se le llamó armonía.
En la remota antigüedad faraónica aparecieron los primeros cánones de belleza que indicaban cuáles tenían que ser las proporciones idóneas para que un cuerpo, objeto, o edificación se viese digno, bello.
Esta percepción de la belleza se siguió manteniendo en las culturas griegas y romanas, así como en las de la Edad Media. Como consecuencia del auge del cristianismo de esa época, la belleza dependía de la intervención de Dios. De modo que, si se consideraba bello algo, es porque había sido una creación divina y de esta se aprendía, la belleza era enseñanza.
En la visión medieval la belleza material era externa, física o sensible. se pensaba que esta cualidad se marchitaba con el tiempo. La belleza espiritual no se corrompía con el tiempo, sino que permanecía en el interior nuestro y con el paso del tiempo se iba acrecentando: la sapiencia, la bondad, el amor, la misericordia, la simpatía…
En la historia, en el trayecto del concepto belleza, con el paso del tiempo llegaron otras etapas, con otras visiones; como es el caso del Renacimiento. Muchos autores están de acuerdo en que el concepto de belleza volvió a ser el de la antigüedad grecolatina, porque se empezaron a tomar valores de aquella época que se habían omitido en la Edad Media. Uno de estos valores fue la concepción más naturalista más vital de la belleza, que sirvió de inspiración a los artistas de la época.
Muchos autores consideran que la belleza es lo que resulta agradable a los sentidos y a la inteligencia que por consiguiente causa placer, pero no todo lo que nos causa placer tiene por qué ser bello.
El contrario de la belleza es la fealdad, el caos que estimula el descontento, la incertidumbre y engendra una percepción profundamente negativa del momento, el objeto o ambiente.
No solamente lo útil, adecuado, seguro posee belleza, hay muchos ejemplos significativos contrarios. Un inhóspito y escultórico glaciar, o las sensuales dunas del infértil desierto. Muchas personas encuentran la belleza en la naturaleza salvaje, hostil; aunque esto pueda ser amenazante, o al menos sin relaciones a cualquier sentido de benevolencia, de confort… Otro tipo de contraejemplo son las obras de arte cómicas, sarcásticas, o grotescas, que pueden tener otros atributos, pero son raras veces sublimes. Además, una bestia puede ser hermosa, pero no benéfica, una tormenta eléctrica es emocionante, catártica pero también peligrosa, las monumentales llamas de un incendio son embriagantes pero destructivas, el aprecio a la belleza depende del conocimiento, del estado anímico, la identificación y el contexto.
La teoría más temprana de belleza puede ser encontrada con las reflexiones de los filósofos griegos a partir del período presocrático, como Pitágoras. La escuela Pitagórica vio una fuerte conexión entre las matemáticas y la belleza. En particular, notaron que los objetos que poseen equilibrio son más llamativos. La arquitectura griega clásica está basada en esta vista de exactitud y proporción. La investigación moderna también sugiere que las personas cuyos rasgos faciales son equilibrados y armónicos son más atractivas que aquellas cuyos rasgos no los son.
Lo sublime es una categoría estética que consiste fundamentalmente en una belleza extrema, capaz de arrebatar al espectador a un éxtasis más allá de su racionalidad, o incluso de provocar dolor por ser imposible de asimilar.
Según Longino, hay cinco caminos distintos para alcanzar lo sublime: “grandes pensamientos, emociones fuertes, ciertas figuras de habla y de pensamiento, dicción noble y disposición digna de las palabras”.
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